La propuesta de esta semana para pasar unos días en Valdepeñas, conocida como la Ciudad del Vino y una de las localidades más bonitas y con mayor patrimonio histórico-artístico de la provincia de Ciudad Real, es acercarnos a descubrir en pareja, con los amigos o con toda la familia un enclave natural único por sus características, el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. El otro Parque Nacional de Castilla La Mancha es el de Cabañeros, y uno de los espacios más visitados es el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
Además, aprovecharemos que estamos alojados en un hotel de cuatro estrellas en Valdepeñas para descubrir algunos de los encantos que atesora, como su Plaza de España, con sus peculiares fachadas pintadas de azul y blanco; su interesante arquitectura religiosa, con la iglesia de la Asunción como templo más emblemático; su ruta de las esculturas, que recorre la obra de El Quijote de Miguel de Cervantes, la de algunos valdepeñeros ilustres y de momentos históricos de relevancia para la villa; o los museos Municipal, con una importante colección de arte contemporáneo, del Vino o de los Molinos.
Las Tablas de Daimiel, a poco más de 50 kilómetros de nuestro alojamiento con spa en Valdepeñas, es un humedal prácticamente único en Europa y se ha convertido en el último representante de un tipo de ecosistema denominado tablas fluviales, característico en el pasado de la llanura central de la Península Ibérica.
Se trata de un entorno natural complejo que aúna las características de un llanura de inundación, producida por los desbordamientos de los ríos Guadiana y Cigüela que, favorecidos por un terreno con escasa pendiente, se convierten en un hábitat único para un tipo singular de cubierta vegetal que favorece la presencia de todo tipo de fauna ligada al medio acuático, y las de un área de descarga de aguas subterráneas procedentes de un acuífero de gran tamaño.
El Parque Nacional, declaración que alcanzó en junio de 1973, es también Reserva de la Biosfera desde 1981, Humedal de Importancia Internacional por el Convenio Ramsar desde 1982 y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) desde 1988. Este espacio único se convierte cada año en punto de reunión de una avifauna que lo utiliza como área de invernada, mancada y nidificación, creando una Zona Integral de aves acuáticas.
Ubicado entre los términos municipales de Daimiel y Villarrubia de los Ojos, y a muy poca distancia de nuestro hotel para toda la familia en Valdepeñas, se puede acceder a él, la visita es libre y gratuita y se realiza a través de tres senderos interpretativos (Isla del Pan, de 2 kilómetros, Laguna Permanente, con 800 metros; y Torre de Prado Ancho, de 1,5 kilómetros) recorridos por pasarelas de madera, desde el Centro de Visitantes de Daimiel o desde el Centro de Interpretación ‘Molino de Molemocho’ en Villarrubia, uno de los molinos hidráulicos que durante siglos se han ubicado en los ríos para aprovechar la fuerza del caudal del agua.
Refugio de especies de flora y fauna endémicas y amenazadas de extinción, en este espacio natural es posible todavía contemplar en masegar (la masiega es un planta con un tallo de sección triangular y hojas alargadas con el borde aserrado que llega a medir hasta tres metros y cuanta con flores de color pardo que aparecen en verano) más importante de la Península, llegando a ser en otro tiempo el más extenso de Europa. Alberga también diversas especies de limonios endémicos de enclaves salinos de Castilla La Mancha o, entre otros, un mamífero tan amenazado como la nutria.
Si pudiéramos ver este humedal a vista de pájaro, algo complicado al ser un enclave muy plano con escasas elevaciones del terreno (los lugares que nos permiten una panorámica más general con la isla del Pan o la torre de Prado Ancho), nos daríamos cuenta del enorme laberinto de aguas e islas que lo conforman. Se trata de un lugar único, como ya hemos comentado, por ser la mezcla entre una llanura de inundación y una salida de aguas subterráneas que ha sido modificada durante siglos por la acción del hombre, pero sobre todo por encontrarse en una zona del planeta donde llueve poco, siendo un espacio semiárido. Por tanto, hablamos de un ecosistema fluctuante que unas veces tiene mucha agua y otras muy poca, algo a lo que se han adaptado los organismos que viven en él.
Buena parte de las plantas acuáticas que pueblan este espacio han sabido adaptarse a los periodos de abundancia y escasez de agua, muriendo cuando el humedal queda seco, pero produciendo una gran cantidad de esporas que, retenidas en los sedimentos, esperan la llegada de una nueva inundación para germinar, convirtiéndose entonces en alimento para muchas de las aves que acuden a este oasis manchego.
En cuanto a la fauna, todos los grupos zoológicos se encuentran bien representados en el ecosistema, si bien son las aves las que más destacan debido a su abundancia, diversidad y fácil observación. Entre los peces más abundantes están la carpa, la gambusia, el calandino, el cachuelo y la colmilleja. Entre los anfibios destacan la rana común, la pequeña ranita de San Antonio, el sapo común, el sapillo pintojo ibérico o los urodelos. Si hablamos de reptiles tenemos que referirnos a los galápagos leprosos, a las culebras viperina y de collar o la culebra bastarda, asociada a áreas no inundadas que puede llegar a superar los dos metros de longitud.
Entre los mamíferos destaca la importante población de nutrias, el conejo, que alcanza importantes poblaciones en áreas como la isla del Pan, la rápida liebre y el esquivo zorro. De carácter algo más nocturno son el jabalí, el lirón careto y la rata de agua. Mucho menos abundantes, aunque presentes en las zonas no encharcadas, están la comadreja, el tejón, la gineta, el gato montés y el erizo. El único mamífero volador, que puede observarse fácilmente durante las puestas de sol, es el murciélago enano.
La situación geográfica de Las Tablas hace que por ellas pasen las principales rutas migratorias, lo que explica la variada y abundante presencia de aves, que la utilizan como lugar de invernada, cría o reposo y alimentación. Entre las principales familias que en algún momento habitan la zona hay ejemplares de somormujos, destacando el somormujo lavanco; de las ocho especies ibéricas de ardeídas (garzas), siendo invernante la garza común y cuatro de las especies formando colonias mixtas; de cigüeñas blanca y negra; de anátidas (patos), pudiendo observarse la mayor parte de las ánades ibéricas dependiendo de la época del año; de rálidos, destacando la focha común; de limícolas, como agujas colinegras o archibebes; de láridos como las gaviotas y los fumareles; de rapaces diurnas como el aguilucho lagunero occidental o el águila pescadora; y de rapaces nocturnas como el mochuelo común y el pequeño autillo europeo. Otras especies asociadas al humedal, generalmente de pequeño tamaño, son los pájaros del carrizal.
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