Son muchas las posibilidades de ocio y turismo que nos ofrece Valdepeñas, donde podemos alojarnos en un hotel de cuatro estrellas con encanto, y su entorno. Viajes al pasado a través de los numerosos parques arqueológicos con que cuenta Castilla-La Mancha, el más cercano, el poblado íbero del Cerro de las Cabezas. Una gastronomía de alta calidad que aúna tradición y modernidad y que está basada en los productos de la zona y a la que siempre acompaña un buen vino, algo evidente cuando nos encontramos en la conocida como Ciudad del Vino. Un patrimonio cultural, artístico y patrimonial único, donde destacan los molinos de viento que marcaron el deambular caballeresco del don Quijote de Cervantes. Unas gentes sencillas y acogedoras que abren sus brazos para recibir a quienes les visitan.
Y también una naturaleza que permite a esta comunidad contar con dos de los 16 Parques Nacionales que existen en España. Uno es el de Cabañeros, que comparten las provincias de Ciudad Real y Toledo y en el que nos detendremos hoy. El otro es el maravilloso y extraordinario humedal de las Tablas de Daimiel, que visitaremos más adelante, quizás en primavera, su época de mayor esplendor al ser el momento en que cuenta con más agua. Nuestro campamento base vamos a fijarlo en Valdepeñas, donde encontramos un alojamiento con spa para toda la familia. Allí conoceremos su peculiar Plaza de España, conformada por edificios cuyas fachadas combinan los colores blanco y azul; la iglesia de la Asunción, cuyos orígenes se remontan a finales del siglo XII y principios del siglo XIII; la iglesia de los Trinitarios; la ermita de la Vera Cruz, levantada sobre una antigua sinagoga del siglo XVI; los Museos municipal, del vino y de los molinos…
Ha llegado el momento de adentrarnos en el Parque Nacional de Cabañeros, declarado también Zona de Especial Protección para Aves (ZEPA) y Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y que alberga especies en peligro de extinción como la cabra montesa, el águila imperial ibérica o el buitre negro. Este lugar, incluido en los Montes de Toledo, nos ofrece un buen número de posibilidades para disfrutar de la naturaleza con toda la familia y pasar un tiempo divertido con las actividades de turismo activo y aventura que ofrece el Parque, desde visitas guiadas en vehículos 4X4, senderismo y paseos en bicicleta o a caballo, observación de aves, rutas en piragua o kayak por las tranquilas aguas del río Bullaque…
El Parque Nacional, no muy lejos de nuestro hotel de vanguardia en Valdepeñas, abarca las sierras del Chorito, Miraflores, La Celada y cuenta, al norte, con el abrupto macizo de Rocigalgo, cabecera de los ríos Pusa y Estena, y al sur con la extensa Raña de Santiago y del Espino. En 1988, una extensión de 25.615 hectáreas fue declarada Parque Natural por el gobierno de Castilla La Mancha, siendo en 1995 cuando adquiere, sobre una extensión de 40.856 hectáreas (de las que el 55% son de propiedad pública), la condición de Parque Nacional. Este espacio natural alberga algunas de las mejores representaciones de los bosques mediterráneos ibéricos.
En lo referente al paisaje, podemos observar dos grandes unidades. Por una parte, la raña, una gran llanura que muestra la imagen de herbazal arbolado, una de las señas de identidad del Parque, que se creó en los años 60 cuando se eliminó buena parte del bosque y matorral que la cubría con el objetivo de dedicar esa tierra al cultivo del cereal. Por otra, las sierras que conforman la mayor parte de este espacio natural y que alcanzan una altura media de unos 1.000 metros, siendo Rocigalgo la mayor altura de los Montes de Toledo con sus 1.449 metros. Formadas por cuarcita y pizarra, se encuentran cubiertas de bosques y matorrales.
La flora de Cabañeros, Parque Nacional cercano a nuestro hotel de cuatro estrellas en Valdepeñas, está representada por comunidades vegetales adaptadas al clima mediterráneo continental, con inviernos fríos y veranos secos y cálidos y con preponderancia de precipitaciones en otoño y primavera. Las especies predominantes son la encina, el alcornoque, el quejigo y el roble melojo, que crece en las riberas de los ríos o en las zonas más altas del Parque. También abundan el madroño o el durillo y arbustos como el romero, el brezo o la jara. En lugares muy concretos es posible encontrar abedules, tejos o acebos y en los fondos de los valles pueden llegar a crecer el mirto de brabante o plantas carnívoras como los atrapamoscas o la pinguícula. El lugar cuenta, además, con cerca de 550 especies de líquenes, una quinta parte de las presentes en la Península Ibérica.
En la llanura que forma la raña es posible observar una fauna variada muy adaptada al ecosistema mediterráneo, como el ciervo, el jabalí o el zorro. El Parque es también un ecosistema propicio para aves tan variadas como las águilas reales, imperiales, calzadas y culebreras, los milanos negros y reales, el buitre negro, el cernícalo común y la primilla, la calandria, la cogujada montesina y la terrera, la curruca cabecinegra o el sisón y la perdiz roja. En cuanto a los carnívoros de mediano tamaño destacan el lince ibérico, el gato montés, la gineta, la garduña o el tejón. En las zonas altas cercanas al Macizo del Rocigalgo es posible ver ejemplares de cabra montés. Abundan, además, las especies de mariposas.
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